Nueva York huele a Kebab, a perrito caliente y a cebolla frita, también huele a chicle de fresa y aire viciado de Metro vetusto. Por las noches huele a perfume caro y a Pinot Noir californiano, aunque sigue oliendo a hamburguesa y a cerveza de Brooklyn.
Nueva York suena a Frank Sinatra, aunque el no fuera de allí, nadie le ha cantado igual. También suena a jazz, a blues, a hip-hop y a Beethoven.
Nueva York es una ciudad fácil para visitar y recorrer. Muy colorida, aunque yo la vea en blanco y negro. Y probablemente la ciudad más cinematográfica del mundo.
Otros muchos, antes y mejor que yo, han hablado sobre esta ciudad, sobre lo que hay que hacer o ver o sobre quién vivió entre sus calles. Por eso voy a limitarme a contaros a grandes rasgos lo que hicimos en los apenas 5 días que allí estuvimos. Lo haré en tres capítulos, dos de ellos dedicados a Manhattan y otro dedicado al resto de la ciudad y a una excursión a las Cataratas del Niágara.
Un consejo, tomaos más tiempo, nosotros fuimos a toda velocidad y si bien os aseguro que es cierto todo lo que aquí os digo que vimos e hicimos, puede ser recomendable tomarse las cosas con un poquito menos de velocidad.
Día 1:
Llegamos por la tarde, tras el interminable trámite de salir de su aeropuerto después de haber jurado que no pensaba atentar contra su presidente o pintarrajear la Estatua de la Libertad y después de haber dejado que comprobasen mis huellas dactilares y mi iris, pusimos rumbo a Manhattan, la isla que ocupa el centro de la vida neoyorkina. Ocupa 22 km de largo y 6 de ancho en su mayor distancia. El aeropuerto está lejos, según te acercas adivinas al fondo su “skyline”, mientras a los lados ves que atraviesas barrios enormes con casas muy humildes, a mucha distancia unas de otras y te preguntas ¿dónde compran el pan?.
Llegamos al hotel, estamos cansados, pero no podemos parar, tenemos poco tiempo y no podemos perderlo. Hay muchas formas diferentes de alojarse en esta ciudad, por regla general os puedo decir que hay muchos hoteles bastante anticuados al gusto español y además, no tienen costumbre de incluir los desayunos en los alojamientos. Por todo ello nos decantamos por un hotel muy demandado por los españoles que visitan la ciudad, el Grace Room Mate, un hotel que sí incluye el desayuno, que está a un paso de Times Square, que te incluye una pequeña piscina, un gimnasio, una sauna e incluso un hamman.
Las habitaciones son tan modernas como pequeñas y requieren cierta capacidad motriz, pues las camas están encajadas como si estuvieras en un barco. Por otro lado, quiero advertiros, es un hotel muy divertido, cada noche hay una fiesta en su bar y/o en su piscina, pero eso no tiene por qué gustarle a todo el mundo. Un consejo, intenta conseguir una habitación en una planta superior, en las de las plantas inferiores puede que oigas jaleo de las fiestas (sobre todo los fines de semana).
Dejamos por tanto todos nuestros trastos en la colorida y disparatada habitación y salimos a recorrer la ciudad.
Se hacía de noche y dirigimos nuestros pasos hacía el Rockefeller Center, subimos hasta su azotea y contemplamos la ciudad a nuestros pies y el Empire State enfrente, si tenéis poco tiempo, subir aquí es una opción, todo el mundo intenta subir al Empire State y a veces hay colas enormes, pero en el Rockefeller Center suele haber mucha menos cola, la altura es sólo un poco menos y puedes ver el propio Empire State.
Tras pasar bastante frío y hacernos unas fotos con otros españoles (practicamente todo el mundo ahí arriba esa noche era español) continuamos camino hacia St. Patrick, la catedral de Nueva York. Es muy bonita, enorme y austera, aunque su tamaño queda acongojado en el exterior entre sus vecinos rascacielos.
Las calles de Manhattan son oscuras, de las alcantarillas sale vaho (¡es verdad!) y la basura a primeras horas de la noche se acumula en las esquinas. Sorprende mucho a los españoles ver lo poco iluminadas que están las calles, básicamente se ve algo porque la gente deja las luces de viviendas y oficinas encendidas, ¡literalmente!, ¡hay miles de oficinas vacías con las luces encendidas!, aún así, hay tramos en que no se ve nada, no me puedo imaginar como están iluminados los suburbios.
Después de visitar la catedral nos dirigimos al Hotel Waldorf Astoria, había una fiesta y todo el mundo vestía esmoquin y vestidos de noche. Nos daba un poco de vergüenza y nos fuimos pronto, pero creo que nos podríamos haber tomado un par de canapés.
Finalmente y como última parada de la noche, visitamos la Grand Central Station y allí, en la terraza del bar de Michael Jordan nos tomamos un Bloody Mary maravilloso (y muy picante, absteneos los estómagos delicados) mientras recordaba alguna de las decenas de veces que había visto su hall en alguna película, como "El rey pescador" o "Los intocables de Elliot Ness" y su “homenaje” al "Acorazado Potemkin" de Eisestein. También es típico el Oyster bar que hay más abajo, pero esa noche estaba lleno a rebosar.
No deja de ser un poco extraño y duro, estar bebiendo un cóctel en una terraza sobre el maravilloso hall de la estación y ver a tu lado a indigentes que se disponen a pasar la noche en las escaleras de la estación o arrastran un carrito de supermercado con todas sus pertenencias. Nueva York siempre te recuerda al cine.
Día 2:
Me despierto a las 5 de la mañana, el Jet Lag, hace estragos, de nuevo me vienen imágenes de pelis a la cabeza y recuerdo al protagonista de "Lost in Translation". Bajo al gimnasio, a la sauna, al hamman y a la piscina y cuando veo que alrededor de la misma comienzan a colocar mesas para el desayuno, me subo a la habitación, ¡tengo hambre!.
Bajamos ya vestidos, el desayuno es abundante y bueno, aunque hay falta de espacio para acomodarnos, es normal compartir mesa en este hotel. Yo os recomiendo bajar pronto, si no, os va a tocar esperar mesa libre.
Antes de las 8 de la mañana salimos del hotel, volvemos a Times Square y vamos al Metro para dirigirnos hacia el sur de la isla. El plano de Manhattan es básicamente un damero, dónde las avenidas recorren la isla a lo largo en numeración creciente de derecha a izquierda y las calles recorren la isla a lo ancho en numeración creciente de sur a norte. El sistema tiene sus ventajas, pues si vas, pongamos, a la 5ª con la 85 no tienes que preguntar a nadie, vas a la primera esquina, ves que estas en la 6ª con la 35 y ya sabes, hacia el norte 50 calles y hacia el este una avenida.
Pero ojo, no todo es así, hay dos excepciones, en el extremo sur de la isla el plano es irregular y las calles tienen nombre, esto se debe a que reproducen el plano de la colonia original de Nueva Amsterdam, en cuyo límite superior construyeron un muro de protección que ahora se corresponde con Wall Street.
La otra excepción es Broadway, una avenida irregular que recorre la isla de norte a sur y que se supone reproduce el trazado de un antiguo camino indio, de ahí su irregularidad.
El Metro de Nueva York es antiguo, feo y cutre, pero funciona de maravilla y es el mejor medio de transporte. Atención, en Manhattan las lineas de Metro poseen dos andenes en cada dirección, en uno de ellos, el convoy para en todas las estaciones de la línea, en el otro, sólo para en los transbordos, ¡es fantástico!, puedes recorrer grandes distancias rapidísimamente.
Bajamos cerca del Ayuntamiento, recorrimos andando esa parte de la ciudad, nos dirigimos hacia Wall Street y continuamos descenciendo hacia Battery Park, allí, nos subimos al Ferry que se dirige a Staten Island y pasa al lado de la Estatua de la Libertad. Hacía frío, el barco va lleno de turistas que hacen fotos en cubierta, las vistas son espectaculares. En enero debe ser horrible.
En Staten Island estuvimos poco tiempo, el suficiente para comerme el peor perrito caliente de mi vida.
De vuelta a Manhattan, caminamos hacia la Zona Cero. No hay palabras, no diré nada.
Continuamos ascenciendo por la orilla izquierda de la isla, alcanzando el barrio de Tribeca, desde allí y por Canal Street atravesamos la isla a lo ancho. La calle es como un inmenso mercadillo. Alcanzamos un borde de China Town y subimos hacia Little Italy, que, básicamente, es un decorado para turistas en Mulberry street, en el que tipos disfrazados de extras de "El padrino", te hablan en italiano y se ponen pesadísimos pidiéndote que entres en su restaurante dónde, en un alarde de exotismo estúpido, te ponen los precios en Euros. Me defraudo mucho. Lo cierto es que Little Italy ha desaparecido absorbido por China Town.
Dimos la vuelta y bajamos hacia China Town. Es un espectáculo ver las tiendas, los productos que venden, los carteles en chino, etc. Nos detuvimos en una tienda y compramos un montón de comida extraña a nuestros ojos, pescados en salazón, frutas deshidratadas. Eso sí, advertidos quedáis, no todo es bueno.
Dirigimos nuestros pasos ahora hacia el puente de Brooklin para atravesarlo caminando mientras se va poniendo el sol. Hordas humanas lo recorren a esas horas. Turistas, deportistas, trabajadores que vuelven a casa en bici. En fin, es un espectáculo.
Al otro lado del puente, hay un par de heladerías en las que puedes degustar un helado a la altura del East River viendo enfrente Manhattan y con la vista más famosa del puente sobre tu cabeza. Eso sí, hacedlo en verano, si no, hace frío.
Para volver a la isla utilizamos el Metro, volvimos a Times Square y entramos en el Hard Rock. Aunque no comáis allí, os recomiendo entrar, es impresionante. Un poco después y sin salir de Times Square nos dirigimos al hotel Marriott. En la planta 48ª hay un bar-restaurante giratorio, es increíble. Tiene un punto hortera, perdón, kitsch, que lo hace muy gracioso, allí puedes tomarte una cerveza mientras sientes que la ciudad gira a tu alrededor. Un consejo, hacedlo antes de las 21:00 h., porque si no, tiene un suplemento y ya que estamos, ¿por qué pagar más?.
Bien, hasta aquí el primer capítulo, espero que os guste, próximamente la segunda entrega.
Los hay que opinamos, que nadie como Liza Minelli ha cantado a Nueva York. Por lo demás, me encanta el reportaje que habeis escrito, es muy instructivo para viajar allí y espero el resto del reportaje
ResponderEliminarMi amiga Tere me comenta que cuando vaya a Nueva York, os pedirá información, dice que según lo iba leyendo iba haciendo los trayectos pues lo describis muy bien.
ResponderEliminarHaber cuando viene la segunda parte,
Mami Blu
Pues si todo va como esperamos, el próximo capítulo va a salir este jueves, vamos, dentro de dos dias.
ResponderEliminarOye, que el próximo viaje sea junto a nosotros a "Quisqueya la bella", un abrazo!!!
ResponderEliminar